Era una de esas noches, aquellas dónde sin motivo aparente
despiertas de golpe de un plácido sueño. Recuerdo que intentaba cerrar los ojos
y quedar dormido, pero no lo conseguía. Algo llamó mi atención y empecé a
observar la ventana de mi alcoba y note un puntito brillante danzando de un
lado al otro, revoloteaba como las mariposas en primavera. Mi curiosidad creció
y me encontré abriendo la ventana, esta lucecita revoltosa, ahora en mi
habitación, se volvía cada vez más brillante hasta que se posó en mi cama. Me
arrodillé para verla de cerca, y vi que no era una simple luz, era un hada.
Ella reía – Soy Aluna y tú eres Francisco – dijo mientras sonreía. Yo le
pregunte cómo era que sabía mi nombre. Me contó que ella venía del mundo de los
sueños para ayudarme a dormir y que con su varita podría enseñarme un poco de
esa magia con la condición de que intentase dormir. Yo asentí, y rápidamente me
metí a la cama. – ¿Aluna? – ¿Si? – no sé cómo quedarme dormido – cierra tus
ojos, yo te ayudaré – Cerré los ojos y Aluna empezó a tararear una
melodía bastante dulce y relajante, mientras estaba sentada a mi lado en mi
almohada.
Desperté al lado de un enorme Dragón rojo, el Dragón dormía.
Por algún motivo no sentía miedo a pesar de que era grande, muy grande. No tuve
mejor idea que tomar un palito que había dentro de la cueva y meterlo en su
nariz. El enorme dragón estornudo, abrió los ojos y empezó a reír, yo con cara
de sorpresa le pregunte qué ocurría – tienes una antorcha en la mano, creo no
te ha dado cuenta de ello pequeño – mire el palo de madera que había tomado y
estaba en llamas, lo deje caer al suelo. El río y pregunto – ¿qué hace un
pequeño como tu en mi casa?, no es común que un dragón como yo reciba visitas –
yo, yo no lo sé. A… Aluna me dijo que… - Así que esto es obra de Aluna...- El
dragón estaba pensativo, hasta que de pronto se levanta veloz mente, da una
vuelta a mi alrededor con su gigantesco cuerpo – ¡Tú eres francisco, el que nos
ayudará a vencer al enemigo! – ¿Si? – ¡Sí! Vamos, es momento de ir al bosque,
sube a mi lomo - ¿Cómo?¿que suba a tu lomo? Pero no me voy a quemar si subo a
tu lomo? – el dragón rió – venga, sólo quema si yo quiero que queme. Por
cierto, mi nombre es Damián – Qué conveniente para un dragón – vamos, no te
burles, tú te llamas Francisco…no es muy amigable…
Mientras Volaba en el lomo de Damián por encima del bosque
pude ver a lo lejos un gran Castillo, encima de una montaña, le pregunte al
dragón si iríamos ahí. Él dijo, que sí, pero que primero teníamos que encontrar
a Aluna pues ella guardaba la corona que era necesaria para romper el Hechizo
que una bruja había puesto para evitar acercarse a un tesoro.
Volamos por horas, y apesar de ello el tiempo parecía no
sentirse. De pronto, escucho risitas y trataba de buscar de dónde venían, pero
no las encontraba – Aluna, deja de martirizar al niño, aparece de una vez –
dijo Damián entre risas, y de pronto una pequeña luz se posa en mi nariz. –
fuimos bajando al bosque, mientras Aluna saltaba de un lado al otro y aplaudía
como niña entusiasmada. Entramos por un laberinto de arbustos, Damián prefirió
quedarse dando vueltas, mientras hacía guardia. Yo corría detrás de Aluna –
espérame, no vayas tan rápido – Aluna, de pronto desapareció de mi vista. Seguí
andando, esta vez no tan rápido, parecía que el cielo se nublaba y los sonidos
del bosque se escuchaba más cerca. Decidí recostarme en un pilar que sostenía
una pequeña estatua de mármol. De pronto la tierra empezó a moverse y el
laberinto en el que estaba se empezó a convertir en un enorme salón. Mientras
los arbustos iban desapareciendo, pude ver que a un lado, en un rincón oscuro
había un pequeño bulto. Me dirigía hacia el bulto oscuro, y de pronto – ¡oh! Lo
descubriste, sabia eras tú el indicado – Aluna lloriqueaba de alegría - ¿qué esperas?
Mira lo que hay ahí - caminé y una vez parado al frente tome la manta que
cubría el bulto cerré los ojos y jalé. Por un momento no podía ver, había mucho
polvo. Miré a Aluna, ella estaba boquiabierta, dirigí mi mirada hacia su línea
y había un enorme baúl, un tesoro. – ¿Aluna, estas bien? – eh, eh, sí… es sólo
que… - ¿es sólo…? – ¡Ábrelo Cisco! ¡qué esperas! – Abrí el enorme cofre para
ver que tesoro guardaba. – ¿Qué hay? Dime, dime, dime… - eh… ¿Aluna? –
¡Francisco, dime que hay dentro! – Aluna, esto… está vacío. – Aluna parecía una
pequeña pluma cayendo del cielo, hasta que tocó el suelo y salió disparada. Yo
la llamaba, pero ella simplemente se esfumó.
Sentí una gruesa voz, voltee y era Damián, fui corriendo y
lo abrace – oh niño, por favor tanto afecto creara que mis fans dejen de
tenerme miedo – Damian, encontré esto y Aluna desapareció – Aluna, esta un poco
retrasada, intente ayudarla pero ella suele ser un poco autosuficiente – Aluna
estaba intentando volar mientras cargaba una pesada corona de oro, parecía no
estar pasándola un poco mal, y a pesar de nuestros intentos por ayudarla ella
seguía negándose. Finalmente, Aluna dejó caer la corona bastante cerca a mi
cabeza
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