Aquel
camisón de seda azul largo y tan simple que marcaba la figura del deseo más
profundo en un hombre, el deseo más vil y cerdo y la impotencia de saber que
aquel cuerpo no debe ser tocado y menos deseado con tal intensidad pues uno no sabría que terreno pisar ni el camino
del cual no podrá salir jamás. Se veía como lentamente se deslizaba la seda por
toda aquella piel de durazno con las curvas del mar en pleno oleaje, piel
blanca tan firme y suave a la vista. Una seda de azul marino que caía y dejaba
todo aquel deseo al descubierto.
Falda
y saco negro con diminutas y finas rayas blancas a lo largo, una blusa blanca
de seda un poco suelta, medias de nylon negras y un par de zapatos de taco
también negros; todo tan simple y elegante. La elegancia que ningún otro alcanzaría a obtener sin verse recargado,
pues la elegancia es un elemento con el cual se nace. Era un ser brillante, la
combinación ideal para caer en pecado. Aquella persona entro por la puerta de
mi oficina deslumbrando la habitación y a todas las personas en ella. Mientras
tanto el entrevistador daba preguntas y quien supuestamente debía escuchar con
detenimiento la clase de respuestas brindadas, se dedicaba a observarla con
gran detenimiento como si fuese él quien acariciaba sus manos o sacaba de la
cara el mechón de pelo negro azulado, poniéndolo en el lugar perfecto para
lograr observar aquellos bellos ojos verdes, tan verdes como el color de una
laguna cristalina en la cual provoca zambullirse y ver todo por la
transparencia y pureza del agua; y esos labios que sin querer endulzaban lo más
profundo del alma con tan solo mirarlos, y aquella nariz tan perfecta, tan
pequeña, tan frágil y tan hermosa, era ella la envidia de toda mujer.
Poco
a poco se acercaban las agujillas del reloj al lugar correcto, donde la
agujilla más larga marcaría el seis y la más corta estaría entre el cinco y el
seis. Momento en el cual talvez todo pasaría.
Decidí
darme un baño, fue ahí cuando me deshice de pijama azul que llevaba, y entre a
la ducha. El baño era precioso, todo era de mármol y la ducha tenia forma de
media luna, la puerta que impedía que el agua cayese fuera de ella era de
vidrio, y seguía las mismas líneas de la ducha lo cual es muy extraño ver.
El
agua tibia caía sobre mi cuerpo mientras yo solo trataba de relajarme y la dejaba correr sobre mi cabeza….